sábado, 28 de abril de 2012


TRES CORAZONES

Gonzalo despertó temprano esa mañana, la noche anterior había dejado el bolso preparado en el living. Encendió el televisor, preparó el desayuno, puso en la mochila los lentes, la cámara de fotos y el celular. Mientras tomaba el café se enteró del estado del tiempo y del tránsito. Los días anteriores, la autopista estuvo congestionada a causa del recambio turístico, pero el domingo pintaba tranquilo, por lo menos para la ida. Cerró el departamento de Núñez con llave, se dirigió a la cochera, puso el Gol en marcha y partió hacia Gessell. Allá lo esperaban sus amigos.
Guadalupe ayudaba a sus padres a terminar de empacar, acomodó los alfajores en un bolso. Estaba bronceada y con el ánimo renovado después de unos días  espléndidos en Mar del Plata. Lamentó no poder disfrutar de unas horas más de la playa. Es que el lunes debía rendir un examen muy importante, por eso decidieron partir temprano. La ruta estaría congestionada por ser domingo y el trayecto a Resistencia era muy largo. Revisaron el departamento por si quedaba algo sin guardar, bajaron los bolsos y subieron a la Ford Ranger. Ella se acomodó atrás con su hermano.
Facundo dispuso las últimas cajas de huevos en el piso de la chata. También la máquina que le había encargado su padre para reparar, quien lo esperaba en el pueblo. Ya había hecho dos viajes y luego de este, pensaba dejarle la camioneta y quedarse en la casa de su novia. Esa noche de carnaval había baile en el pueblo. Apuró el último mate que le alcanzó su madre y se despidió. El sol brillaba bien alto en el cielo. Al acercarse a la ruta un monte de álamos le daba la bienvenida con su sombra bienhechora,  y apretó el acelerador para ganar tiempo.
El encuentro fue terrible. El micro que precedía a la Ranger pasó a escasos  segundos por la intersección. Otro auto que iba a la par de ésta, del lado de la banquina, salió de la ruta con una brusca maniobra, pero la Ford no pudo evitar la colisión y ambos vehículos, en un abrazo infernal fueron arrastrados hasta la mano contraria en el momento exacto en el que el Gol aparece, incrustándose de lleno contra la puerta lateral de la chata.
La madre de Matías rezaba arrodillada en la capilla de una clínica de Mendoza. Las horas de su hijo estaban contadas. Dado los últimos desenlaces, los médicos pidieron al INCUCAI que lo colocaran primero en las listas de emergencia. Ella no sabía si al día siguiente vería a su hijo con vida. En la semipenumbra del recinto, una voz en su interior le decía que para todo siempre hay una víspera. El sonido del celular la abstrajo de sus oraciones. En la tenue luz de la pantalla leyó: “Un corazón para Matías ya está en vuelo hacia Mendoza”.

Margarita Rodríguez

jueves, 26 de abril de 2012

Minerva

Le puse Minerva, como la diosa. No puedo llevarla a la escuela y me entristece dejarla sola en el fondo del baúl. Pero ella comprende.

- ¿Venís al campito?
- …
- Dejalo, ¿para que le insistís?, le gusta hacerse rogar.
-No le hagas caso, y si te decidís, ya sabés.

Juan es el más bueno. Hoy quería que fuera con ellos a jugar a la pelota, pero yo no veía la hora de venir a sacarte. Además, eso me aburre.
El otro día les faltaba uno y no tuve más remedio, pero no sé para que insisten si después se quejan: “¡movete!”, “¡dejá de correr como una nena!”, “¿estás en la luna vos?

-¡Jorgito, abrime!
-Dejame.
-¡Ya está la comida, sabés que no me gusta que te encierres!

- Ese chico no está bien.
-¿Otra vez con lo mismo?, vos sos la culpable.
-No me vuelvas a decir así, tenés que hablar con él, de hombre a hombre.
-Bueno, eso está por verse…
-¡Qué crueldad!, pensar que cuando te conocí eras tan distinto…

Hoy pasé por la mercería, pero no me animé a comprarte las hebillas ¡Qué tonto, les digo que son para una prima! Mañana voy. Nos vemos en un rato, oigo pasos…

- ¿Qué buscabas?
- Esas hebillas verdes que tenían ayer en la vidriera…
-¿Las flores o las mariposas?
- Las mariposas con rayitas amarillas.
-¡Ay, qué hombre más detallista, tiene suerte tu novia!
- No tengo novia.
-¡Bueno, no te enojes, era una broma!

-Qué chico más raro ¿escuchaste?
-Una ya no se asombra de nada.

Mirate en el espejo ¿Te gustan? Apenas las ví pensé que te iban a hacer juego con el vestido. Lástima que nadie más te pueda ver. Algún día me voy a animar y todo va a ser distinto. Oigo pasos…

                                                                                                     Raquel Mizrahi



lunes, 16 de abril de 2012

Locos de ira

Como todos los viernes, el licenciado Ramiro Méndez, especialista en terapias grupales, los recibe en su casa.
Sobre la gran mesa del comedor están dispuestas las tazas, a la espera del humeante café que iniciará la sesión.
Cuando los pacientes y el terapeuta se ubican en sus lugares, hace su ingreso la empleada para servirlo. Realiza el trabajo cuidando los mínimos detalles, pues desea evitar cualquier accidente inoportuno. Se llena de pavor con sólo recordar la última vez que derramó café sobre el mantel. Para colmo, el secreto profesional al que está obligada le impide contar las cosas que allí suceden.
Adela tiembla cuando al cerrar la puerta, oye desde la cocina los primeros golpes en la mesa. Sabe que no es más que el principio de una sucesión de gritos e injurias que ellos se intercambiarán buscando liberarse de la furia semanal contenida.
Porque como pudo escuchar en innumerables ocasiones, el licenciado Méndez les aconseja reprimir los impulsos negativos hacia las personas del “mundo exterior”, tratando de guardarlos en una “caja blindada”, para volcarlos luego durante sus encuentros, ya sin reservas ni necesidad de contención. De esta forma lograrían cada vez un mayor dominio ante los estímulos que generan sus ataques de ira.
Aprovechando los efectos excitantes de la cafeína, comienzan la ronda catártica: un gesto, una palabra, por insignificantes que parezcan, pueden desencadenar reacciones impensadas para el resto de los mortales. Ellos, en cambio, acostumbrados como están a esa atmósfera hostil, darán rienda suelta a insultos y puñetazos bajo la experta dirección del “loco Méndez”, apodo con el que lo señalan sus colegas.
Así es como cada viernes por la noche, al finalizar el encuentro, los vecinos ven salir de la casa a diez personas de rostro afable, que saludan y ceden el paso a quienes se cruzan en su camino.

Raquel Mizrahi

jueves, 12 de abril de 2012

COLOR CARBÓN

El carbón había impregnado su piel. Había penetrado por los poros y llegado hasta la sangre a través de los vasos capilares. Una vez en el torrente principal, cientos, miles, tal vez millones de partículas negras eran transportadas por ésta y depositadas en cada uno de los órganos que formaban su cuerpo. Así día tras día, año tras año a lo largo de toda una vida.

Poco a poco fueron invadiendo y reemplazando otras sustancias del cuerpo cómo células y fluidos. Cómo es propio a su naturaleza estas partículas se fueron fusionando, lo que terminó finalmente con su vida después de haber transformado todo el cuerpo.

Murió de pie, trabajando en la mina, medio inclinado hacia adelante. Lo sacaron entre cuatro pero no pudieron enderezarlo. El problema era que no podían ponerlo en ningún ataúd porque al estirarlo se quebraba. Notaron que en esa posición era muy resistente.

Finalmente lo llevaron a la plaza del pueblo y con él hicieron el monumento al minero. Todo el pueblo festejó.

Margarita Rodríguez

Hoy comenzamos un nuevo ciclo del Taller Literario. Quiero expresar mi alegría por el reencuentro (aunque algunos integrantes seguimos viéndonos y produciendo durante el receso), darle la bienvenida a los nuevos compañeros y agradecer a Julio, el profe, por la buena onda. Espero que sea un año muy provechoso para todos y que este blog se colme de textos nuevos para que podamos disfrutar de la lectura. Ahora ¡A trabajar!